Acordeón de sueños
julio 5, 2020
Aquí voy a describir el proceso de elaboración de un “acordeón de sueños ilustrados”, desde la recopilación de los sueños hasta su publicación.
¿Cómo se hace un acordeón?
Para hablar del proceso de elaboración me resulta más fácil abordar uno que está en su fase inicial. En el caso de los ya publicados, no sabría por dónde empezar.
El acordeón que nos ocupa será el número 43 de la serie. Recordemos que cada acordeón reúne seis sueños de niñas y niños de x ciudad, y que está enteramente ilustrado por un dibujante. Podrás encontrar referencias de varios acordeones de sueños en la magnífica galería de “Publicaciones en forma de acordeón” desarrollada por Stephen Perkins.
Hay varias ideas que me impulsan a publicar sueños: 1) El sueño, por naturaleza volátil, se vuelve tangible y perdurable al publicarlo. 2) Es un trabajo de colaboración entre niños e ilustradores, donde también participa un recolector de sueños que al mismo tiempo desempeña el papel de editor. 3) Los sueños, como sustancia narrativa, tienen su propia personalidad, del mismo modo que la tiene un poema, un relato, una greguería, una novela o x expresión literaria. Contar un sueño requiere de un gran esfuerzo de introspección, memoria y fidelidad hacia la sustancia soñada. Para hacer un relato fidedigno de lo soñado, uno debe renunciar a la tentación de explicarse o interpretar el sueño (mientras uno lo intenta, el sueño desaparece). Dicho esto, tenemos claro que en este proyecto no interesa la interpretación de los sueños, salvo la que hace el dibujante que los ilustra. 4) Las niñas y niños son autores, tanto como los ilustradores que ilustran sus sueños y el recolector que los recopila. 5) Escribir y narrar los sueños es un trabajo de recuperación: la recomendación de escribirlos en un cuaderno equivale a un ¡no tires a la basura ese suéter rojo, aún se puede aprovechar! En suma, estamos en camino de salvar al mundo.
Recolección de sueños
A inicios del 2020 estaba yo en Mazatlán, Sinaloa, México. Allí, recorriendo el extenso malecón en dirección al faro, llegué a la escuela más antigua del puerto: la primaria Josefa Ortiz de Domínguez, ubicada junto al mar. El lunes 10 de febrero de 2020, a partir de las 9 de la mañana, invité a los grupos de cuarto, quinto y sexto a escribir lo que habían soñado. Recuperamos 69 sueños escritos y dibujados en trozos de papel. En anteriores ocasiones, distintos grupos, en otras ciudades, han colaborado escribiendo y dibujando durante varias semanas o incluso meses, pero esta vez bastó un mañana para elegir los seis sueños que servirán como materia prima e inspiración para realizar un nuevo acordeón.

Origen de los sueños y criterios de selección
Sin importar el lugar del mundo donde los niños viven y sueñan, las pesadillas siempre sobrepasan en número a los sueños “buenos”.
Al elegir el conjunto de seis sueños que conformarán un acordeón, me gusta que haya un balance entre optimismo y pesadilla. Procuro además que sean textos breves que evoquen imágenes. Y, muy importante, me fijo en ésos que, como todo buen relato, me sorprenden, me golpean, me despiertan. Aunque sea durante algunos segundos.
Como todavía nadie ha dicho la última palabra sobre cómo nuestra mente elabora los sueños, con la propia selección del material yo podría generar ideas equivocadas y alimentar tópicos: si quisiera emular la violencia que publican diariamente los periódicos locales, elegiría sólo sueños terribles. Recopilé algunos que apenas se diferencian de las escabrosas notas de la prensa roja. Esta selección fomentaría la idea de que en Mazatlán todos los niños viven atormentados.
En lugar de eso podría, en un ejercicio de optimismo, elegir sólo aquellos sueños que hablan sobre mundos hechos de dulce y corazón, para reflejar una infancia idílica y querida.
Por fortuna, no busco reflejar ninguna idea premeditada y es el propio material el que me guía en la selección…
Continuará